Caía el sol, un día como hoy cuando ví una niña que dormía recostada sobre la falda de su Padre.
Su carita reflejaba paz, gozo, plenitud, seguridad, libertad…Él acariciaba sus largos cabellos, la miraba tiernamente y decía :
“Hijita, que hermoso es tenerte en mis brazos, cuanto tiempo estuviste lejos…Cuantas veces quise acercarme y vos te apartabas,
Cuantas veces quise ayudarte y te negaste.
Otras tantas quise secar tus lágrimas y llenar tus vacíos y no lo permitías.
Pasaban los días y ni siquiera pensabas en mí…Más hoy mi niña, estás en casa…llegaste a tu hogar , descansa…”
No pude evitar que más de una lágrima corriera por mi mejilla y como un regalo tuve la posibilidad de escuchar lo que la niña pensaba en sus sueños:
“gracias Papito, gracias por nunca haber dejado de buscarme,
Gracias por intentarlo aunque te daba la espalda.
Gracias porque a pesar de mis errores me amas igual!Cómo se le llama a ese amor tan único, tan incondicional?
No se…pero me encanta!
Gracias por perdonarme, por vestirme con nuevas ropas, por mi nuevo nombre…Gracias por poner en mi corazón tus sueños,
Gracias porque en ti encontré lo que tanto anhele…Me encanta estar aquí, junto a ti…Te amo, Papito… “
Mientras me alejaba caminando, mi mente no podía pensar en otra cosa más que en esa escena, entendí el amor de Dios a nuestras vidas.
Que maravilloso lo que hemos recibido por Gracia del Padre…Jesús sin ser pecador murió por mí y por todo aquel que se anime a creerle, conocerlo y a aceptarlo.
Que bello ese amor UNICO que Dios tiene para mi vida , para la tuya …
Que a través de esta lectura te sea revelado que al aceptar a Jesús en tu corazón,también estas recibiendo la inigualable PATERNIDAD de Dios.
Que puedas comprender que Él siempre nos ha estado esperando,
Nos recibe con una sonrisa, lava nuestras heridas,Nos abraza y nos dice:
“descansa Hijita/o , ya llegaste …estas en casa “
EFESIOS 1:3-7
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,